Radio en Vivo

miércoles, 5 de abril de 2017

Dando con corazón Alegre

El pasado domingo, nos preparábamos para ir a la iglesia, mi esposo, mi hija de 4 años y yo estábamos casi listos para irnos, mi esposo tomaba sus llaves, su cartera, y su teléfono, mientras yo estaba en el closet buscando mi bolsa de mano (el closet es pequeño pero se puede caminar dentro de el) y justo entra mi hija corriendo y se pone de puntitas sobre sus pies, para alcanzar una pequeña caja que tenemos en uno de los estantes de ropa, en esa caja siempre hay una cantidad de efectivo no mayor a $100 dolares y por lo regular los billetes son de $1 y $5 dolares, no de mayor denominación, así que veo que mi hija alcanza la pequeña caja y la abre y toma un billete y yo me extraño, por que hasta ese día nunca antes lo había hecho, así que le pregunto "¿que estas haciendo?" y ella me responde con su voz suave "es la ofrenda del Señor" y toma el dinero y lo pone en su pequeña bolsita de mano.

Sus palabras me gustaron tanto que quise escribir este blog, por que ella dijo algo muy cierto y es que en ocasiones cuando pensamos en los diezmos o las ofrendas, podemos llegar a pensar que nosotros le estando dando algo al Señor, que sugerimos que nos pertenece, pero la realidad es que la ofrenda es del Señor, justo como mi hija lo dijo, nosotros no vamos y le damos una cierta cantidad de dinero al Señor, por que realmente es el dinero de El mismo, Hageo 2:8 dice  "Mía es la playa, y mio es el oro, dice Jehova de los ejércitos", esta es una declaración que a muchos les causa controversia, por que no miran literalmente la mano del Señor dándoles el dinero que poseen, pero realmente todo le pertenece al Señor, en Salmos 24:1 dice "Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en el habitan" esta declaración me hace reflexionar en que no somos dueños de nada, somos administradores de todo lo que Dios posee, y en este punto estamos claros que aun el dinero que ganamos con nuestro trabajo, no es puesto en nuestras manos para el engrandecimiento de su Reino.

De manera persona nunca he tenido que lidiar con ese monstruo de la avaricia, a la edad que hoy mi hija tiene yo recuerdo que también mi abuelo ponía en mis manos la limosna (que en ese tiempo dábamos a la iglesia tradicional) y aprendí desde entonces a dar al Señor, claro que no lo hacia con la claridad y convicción con que ahora lo hago estando en Cristo, pues estoy convencida en que hoy nada le puedo dar, sino que todo es de El, tal como lo dijo mi hija "ES LA OFRENDA DEL SEÑOR" ¡si! es de El, no es para El, ¡sino que es de El!

Si enseñamos hoy a nuestros hijos esa verdad, podremos estar seguros de que su vida adulta sera una llena de prosperidad.